2.Nictitantes versus Himenópteros

2.1.06

25 de Abasto 2127 D. Bush





Las guerras en las lunas del gran Escroto han terminado y de ellas hemos traído más cicatrices que souvenires. Mientras volvíamos a la base Madre albergamos la esperanza creciente de que tras tanta locura y muerte, seríamos recompensados con un descanso largo y reparador. Pero nos equivocamos.
Los altos mandos tenían planes más urgentes para nosotros y nos embarcaron en una nueva misión ignorando por completo nuestro agotamiento. Así que aquí estamos. Hace tres días aterrizamos en el planeta Insecto, un lugar despreciable, pero punto estratégico para nuestros fines, ubicado a cuatro millones de años luz de la base madre. «En la loma del culo» según palabras del capitán Felipe.
Como ya se sabe, esta es una guerra de potencias. Pero los  motivos del conflicto no están del todo claros. Lo único que sabemos es que desde hace milenios, dos importantes galaxias se venían disputando el descubrimiento y la explotación de un alimento exótico denominado «Palmito» y que a medida que las reservas de éste palmito se fueron agotando en todo el universo, las tensiones aumentaron hasta que la guerra resultó inevitable.
Los Nictitantes conformaban una raza indescriptible, tanto por sus costumbres históricas como por su curiosa morfología, una raza signada por milenios enteros de guerras y holocaustos, sumidos en el caos de una lógica sin fundamentos. Su temperamento explosivo se debía al helio que circulaba por sus venas, lo cual también era un problema si teníamos en cuenta que su piel era quebradiza como una cáscara de cebolla y que sus órganos flotantes solían escaparse provocándoles horribles muertes.
Se creía que los Nictitantes se habían alimentado de palmitos desde tiempos inmemoriales aprovechando sus enzimas para fortalecer la piel y así poder enfrentar los huracanados vientos que azotaban su planeta, sobre todo en las temporadas de lluvia.
Por otro lado estaban los Himenópteros, (especie de insectoides de aspecto terrible para el ojo humano) cuyos individuos solían poner sus larvas en el cuerpo agonizante de sus víctimas, y que poseían un pico articulado que les permitía escupir una ponzoña potentísima para paralizar a sus presas. Éstos seres eran belicosos y obstinados hasta la médula, y a pesar de poseer un grado de civilización relativamente avanzado, su mayor problema consistía en que no podían dejar de discutir entre ellos por los detalles más insignificantes. Éste tipo de altercados por lo general derivaba en violentos salivazos que si bien no eran mortales paralizaban de por vida a quien los recibiera. Las estadísticas registradas por el Ed-756/45 decían que el ochenta por ciento de la población himenóptera estaba en estado de letargo a causa de peleas, escaramuzas y malos entendidos.
La única esperanza de la raza estaba centrada en el consumo del palmito, que neutralizaba los efectos de la ponzoña además de ser un excelente afrodisíaco para estimular a las hembras.
Dada la situación, no quedaban dudas de que mientras quedase un solo palmito en el universo, estas dos razas continuarían adelante con la guerra.
Y el planeta Insecto, donde estábamos parados ahora, era el último reservorio natural de este alimento.





Declaración de soberanía del Imperio Himenóptero a la raza Nictitante.

“Los palmitos son nuestros. Lo han sido desde tiempos inmemoriales, cuando el gran Kuku-Ra-Khan los desperdigó por todo el Universo con su estornudo colosal. A la civilización Nictitante: Cesen inmediatamente toda actividad relacionada con su extracción, explotación, consumo o comercio de los mismos. La no obediencia de este punto, a partir del día de la fecha será considerado un acto de guerra, y deberán afrontar las consecuencias... 
Además son ustedes un puñado de seres biologicamente imperfectos y con mal aliento”

Este mensaje fue grabado a fuego con chorros de energía cuántica en la cuarta luna del planeta Nictita, lo que ocasionó que la misma se saliera de su órbita y colisionara con las otras tres lunas. No fue intención de los himenópteros que esto sucediera, pero ya se sabe que las buenas intenciones y la realidad no siempre se ponen de acuerdo. El fenómeno fue conocido en todo el Universo como “El desastre carambola” y provocó cambios climáticos imprevisibles en todo el  planeta. 
Curiosamente, las salvajes mareas de Nictita, que convertían sus océanos en usinas de tormentas y tempestades cambiaron su curso y se aplacaron, suavizando el clima de una manera estupenda.
Donde antes había desiertos florecieron las selvas tropicales, los pantanos infectados de alimañas se convirtieron en cristalinos lagos de ensueño, las costas llenas de miasmas y cangrejales se volvieron bellas postales de arenas blancas y palmeras.
Así, cuando los Nictitantes comenzaron a salir de su asombro frente a estos cambios, y se dieron cuenta de que no existía peligro de salir de sus cuevas y exponerse a vientos que arrasaran con sus órganos-globo, ya habían sido invadidos por legiones y legiones de turistas llegados desde todos los confines de la Galaxia.
Por naturaleza, los Nictitantes eran huraños y poco dados a socializar entre si.  No había cosa que les crisparan más los nervios  que una visita inoportuna. Y ahora, gracias a los Himenópteros, tenían que lidiar con trescientas millones de visitas inoportunas.
Les llevó casi dos años eliminar a los invasores de camisas floreadas de su planeta. Que finalmente fue declarado “abiertamente hostil” por todas las agencias de turismo.
Y en todo ese tiempo nunca se olvidaron de la afrenta. Se dedicaron a masacrar turistas con indiferencia y eficacia, pero reservaron su odio para los Himenópteros, a sabiendas de que muy pronto la venganza estaría al alcance de sus garras.







( Materializarse en el capítulo 3 )